Este espacio está dedicado preservar la memoria del matrimonio cartagenero formado por Salvador Fernández Martínez y Josefa Meroño Cegarra, además de la de sus hijos e hijas y sus respectivos cónyuges, así como la de otros parientes más o menos cercanos, a fin de mantener más vivos los lazos familiares entre todos sus descendientes.



martes, 23 de agosto de 2022

Jorge Prado Fernández

Vicenta Llorente (sostiene en brazos al hijo de un nativo)
durante una expedición científica por el desierto de Karakum (Turkmenia).

«El niño que muchos años después habría de ser mi marido, no había partido en el 37 desde Santurce como nosotros», continúa Vicenta visiblemente emocionada por los recuerdos, «su padre, don Pedro Prado Mendizábal, de orígenes gallego (Lugo) y navarro, era oficial de alto rango de la marina republicana. En la contienda no traicionó la legalidad y permaneció fiel a la República; un ilustre militar que era, además, miembro del Partido Comunista (si bien, en esa faceta se limitó a ser socio de base y no ejerció cargo político alguno)». Su hijo Jorge nació en Cartagena, Murcia. En la última etapa de la Guerra Civil, la familia se había trasladado a Barcelona. «Jorge partió hacia París con la última expedición de niños republicanos. Fue junto a su hermano Alberto. Era el año 1938. Desde la capital francesa, vía El Havre, se les trasladó a la URSS». Al año siguiente, perdida la guerra, su padre cruzó la frontera junto a los últimas tropas republicanas. Se instaló en París, donde la policía francesa trató de arrestarlo, pero le salvó la medalla de Caballero de la Legión de Honor dla República Francesa”, una condecoración que había alcanzado en 1932. Pasados unos días, embarcó hacia Leningrado junto al coronel Modesto y otros mandos militares y civiles de la República.

Don Jorge Prado Fernández estudió su carrera en Moscú, en la Escuela Superior de Ingenieros Energéticos, donde según nos relata la doctora Llorente: «Llegó a coincidir con el futuro líder chino Li Peng». Allí obtuvo el título de Doctor Ingeniero Energético. Sin embargo, él no tuvo la fortuna de nuestra protagonista al regresar a España... y eso fue así porque a pesar de que el Gobierno del general Franco había dado luz verde y había promulgado la disposición legal pertinente para la convalidación de las carreras universitarias obtenidas en la URSS por los exiliados, esa orden no se cumplió en todos los casos. Como ya se ha avanzado, el dictador utilizó convenientemente el episodio del regreso de los «niños de Rusia», desde el punto de vista propagandístico, como un «lavado de cara» de su política, tanto hacia el exterior (con la vista puesta en la imagen del Régimen en Europa y en Estados Unidos), como entre el propio pueblo: también lo fue este asunto de una integración digna en la vida social española. De hecho, eso se cumplió en la mayor parte de las carreras universitarias: por ejemplo, biólogos, médicos y arquitectos, entre otros, convalidaron sus títulos sin problemas. Sin embargo, eso no lo consintieron según nos precisa la doctora la mayoría de los colegios oficiales de ingenieros (a excepción de Caminos, Canales y Puertos) y, en especial, el de Industriales. Tras muchos años de conversaciones, bajo el gobierno de Felipe González, entre 1983 y 1984, se llegó a admitir la equivalencia entre los títulos nacionales y los soviéticos, aunque solamente en contadas ocasiones se llegó a colegiar en los respectivos centros.

Extraido del documento «Entomólogos vascos: la doctora Vicenta Llorente, una historia fascinante en la entomología ibérica», redactado por José Ignacio López-Colón (Sancho el Sabio: Revista de cultura e investigación vasca, N. 23, 2005, págs. 209-22).

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Mi primo Jorge Prado Fernández falleció el mes de diciembre de 2021.